Rihanna, mucho sexo y pocas nueces
A lo largo de 2011 nos hemos llenado la boca, con gusto y orgullo, hablando de esa nueva sensibilidad y mentalidad R&B que se ha cultivado en la escena musical de Toronto, con The Weeknd y todo su entorno de productores, colaboradores y satélites –por ejemplo, TALWST–, y también con ese “Take Care” de Drake que llegaba la semana pasada dispuesto a alterar por completo el ADN del género desde la atalaya más popular posible. Ellos, ayudados por otros neocrooners urban con ganas de ir a la contra –Frank Ocean, JMSN, Stacy Barthe o la fascinante Jhené Aiko– han protagonizado una pequeña revolución estética y expresiva, pero también conceptual, que ha consistido, entre otras cosas, en la redefinición sonora del R&B tal y como lo conocíamos y en la explotación de un modelo intimista, oscuro y minimalista en el que priman atributos y objetivos muy diferentes a los que uno está acostumbrado a encontrar en los lanzamientos grandes del mercado estadounidense, como por ejemplo “Talk That Talk”, el nuevo disco de Rihanna, que se ponía ayer a la venta con grandes expectativas creadas a su alrededor desde la aparición del single “We Found Love”, con producción de Calvin Harris.
El single, sin embargo, se ha acabado postulando como un espejismo de efusividad, chispa y brillantez dentro de un álbum obsesionado con tenerlo todo calculado, ordenado y perfectamente consensuado, incluso sus constantes alusiones al sexo desenfrenado, sin atender en ningún momento a las demandas que muchos teníamos en nuestra mente, a saber: un sonido más uniforme y cohesionado, señales claras de atrevimiento y valentía expresiva y, sobre todo, credibilidad en el reciclaje y exposición de nuevas influencias e inputs sonoros actuales. En cambio, lo que se percibe en “Talk That Talk” es que los intentos de transgredir la zona de confort de la cantante de Barbados siempre son limitados o acotados y en todo caso timoratos. Esta idea queda dramáticamente expuesta en dos canciones, de las peores del lote, en las que Rihanna y sus productores optan por la vía más cómoda y ramplona de exponer estas supuestas ideas rejuvenecedoras, ambas procedentes del bullicioso underground londinense. “Drunk On Love” samplea la melodía argumental de “Intro”, de The XX, y se limita a introducir una variación en la producción y los arreglos, desmarcándose de la bruma melancólica del original para convertirse en un medio tiempo sin personalidad, efectista y muy facilón en su ejecución y exposición. Mientras Drake ha acudido a Jamie xx para reivindicar su influencia en primera persona, y de ahí ha surgido la envolvente “Take Care”, curiosamente con Rihanna, la cantante y el equipo de productores StarGate se han conformado con una recreación zafia y poco sutil.